Repique Internacional
Alternativo y contestatario, con casi toda las noticias que interesan
Un punto de discusión e integración de los pueblos

 

Sanchos metidos a Quijotes
Por muy devaluado que el quijotismo se encuentre en esta época de modas pragmáticas e individualismos aislantes, la ensoñadora actitud de luchar contra dragones y rescatar Dulcineas amenazadas por malignos no deja de seducir tanto a listos como a incautos. La tentación de ser reconocido como Quijote es muy grande, y muchos están dispuestos a pagar el precio.

En este mundo donde la gente va cambiando ideales por comodidad. Disfrazan la comodidad
por valores revolucionarios para erigirse en abanderados de la verdad absoluta. Donde gente
sin ningún valor moral desde la tranquilidad de su sillón a varios kilómetros de distancia,
manipula la realidad y alimenta con generosidad mezquina y falsa amistad mentes sanas e inquietas.
Transforman la realidad para que los aliados de hoy, sean “el eje del mal” del mañana. El oportunismo, no es nuevo, la carne de cañon tampoco. Crear a alguien para que sea reconocido como Quijote, es relativamente fácil. Hay que crearse una imagen, de tal manera que
una decidida incursión por los campos en busca de causas qué defender, te pueda catapultar a la cima.. Se trata de encontrar una Dulcinea desprotegida (o bien, inventársela), idealizarla y
dedicarse a defenderla de los supuestos monstruos malignos que la quieren destruir o cuando
menos denigrar. Al igual que el caballero de la triste figura, nuestro improvisado Quijote 
enarbolará una suicida actitud altruista y la llevará hasta las cumbres de la auto inmolación posible por su Dulcinea y, así, habrá satisfecho a cabalidad sus locas fantasías. Esta es la manera más expedita de hacerse una imagen de Quijote, de ser un Quijote local, a expensas de su Dulcinea.
Pero para el devenir de Quijote hace falta tener alguna pasta de Quijote: hay que tener tenacidad (y nuestro aprendiz la tiene), hay que tener persistencia (y nuestro aprendiz la tiene), hay que tener fantasías (y nuestro aprendiz la tiene), hay que tener esbeltez y creatividad...
La cosa se torna un poco estrambótica cuando nuestro aspirante a Quijote rehuya a ser alguien mejor equipado por natura para ser un Sancho. Y puede tornarse tragicómica cuando observamos que nuestro personaje quiere cambiar el burro del escudero por el jamelgo de su amo, o cuando intenta convertir la incertidumbre en certeza y la torpeza en poesía. En fin, Watson queriendo ser Sherlock, Sancho queriendo ser Don Quijote, el cebo queriendo ser manteca, puede constituir un espectáculo grotesco el cual sólo provoque pena. Una profunda pena.
Pero qué le vamos a hacer: este mundo está lleno de Sanchos que quieren desesperadamente ser reconocidos como Quijote, y por ello ensillan su Rocinante, inventan su Dulcinea, sus molinos de viento, sus dragones, y se lanzan a la defensa de lo indefendible con la chistosa y lerda movilidad del escudero que asume infructuosamente la agilidad y la elocuencia demente de su admirable amo. Para ello, ejercitan la prosa periodística, la caricatura y la poesía de salón con la delicadeza de dos elefantes retozando en una cristalería. Y confunden la paciencia, la sensatez y la cordura por el bien común, con la estupidez. 
Ciertamente, la solemnidad pretendida del quijotismo está devaluada en esta época pos-heroica de omnipotencia del mercado. Sin embargo, la comicidad del sanchismo está más de moda que nunca porque los bufones son muy necesarios en medio de la aridez mercantil en el disco sin ideologías. Es por ello curioso advertir cómo hay (tantísimas maneras de alcanzar la notoriedad local sin renunciar a ser un héroe, aunque serlo implique el ridículo - Es el precio que pagan los Sanchos por ser Quijotes-
Lo difícil es saber, por fácil que parezca, que es lo que se quiere y donde está tú enemigo y de esa forma sabremos como salvar a Dulcinea.
Moraleja: si no puede ser un Quijote, confórmese a ser un Sancho. El resultado puede ser el mismo: será un hazmerreír, pero un hazmerreír reconocido.

 

 

Coordina desde Madrid (España):Juan R. Sotelo de Brun Repique Internacional Las notas firmadas no expresan necesariamente la opinión de la página y son de responsabilidad directa de sus autores. Autorizamos su reproducción citando la fuente